miércoles, 29 de enero de 2014

¿La felicidad ja ja?

No, mi vida no apesta, he vivido momentos llenos de felicidad.
Si, felicidad he dicho, sé decir felicidad, la he sentido es mas,
pasó desapercibida pero ahí estuvo, siempre sacándome la lengua con sus pulgares en las sienes,
cuando jugaba rayuela, con esos lindos zapatitos azules que papá me regaló
y ése vestido rosado con muñequitas que mamá hizo con sus propias manos.
Y sí lo fui, con esas curiosas conversaciones y carcajadas interminables con mis hermanas
en nuestra habitación al caer la noche y antes de dormir,
sólo un grito de papá nos callaba, por minutos.
Si, fui bendecida con una niñez maravillosa y sí feliz,
lo fui, lo admito y lo repito, feliz.
Lo fui a lo largo de mi vida, pero era como admitir que vi a Dios,
dañaría mi reputación.
Lo fui el día que ví la carita peluda más maravillosa del universo,
cabía en mi mano el revoltoso.
Lo fui también el dia que decidió irse por dejar de vernos sufrir,
y dejarnos la lección más maravillosa del mundo: “no necesito nada para ser feliz,
lo soy con sólo hacerte feliz a tí y haberte regalado miles de momentos,
yo sólo muevo mi colita, tu encárgate de coleccionarlos, es mi legado”
hallé ésto en su testamento, debo agregar, me dejó también su almohadita de burrito y Pooh.
Fui inmensamente feliz, con sentirme querida por ese sueño, el que bajó un dia hasta mí,
aunque sólo un momento y se fue desvaneciendo luego en la realidad.
Ahora entiendo, la felicidad son momentos, y para ellos no importa ni el tiempo ni el dinero,
es un regalo invaluable, es hacer de un recuerdo un bien perdurable e imborrable,
es justamente aquel que te arranca una sonrisa o una lágrima de felicidad
en el momento en el que creías caer. 
Créetelo, eres feliz y nadie lo impedirá, acepta a quienes sólo quieren regalarte un momento,
colecciónalos y atesóralos en el lugar más seguro de tu memoria y de tu corazón,
pues puede ser justo ESE momento el que te rescate de una caída sin final.

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