miércoles, 29 de enero de 2014

Una carta y varias notas

Y cuando la repites una, tres, cinco, diez, veinte veces, te suena igual, miras a través de la ventana y el mismo sentimiento te acompaña, al escuchar cada letra y cada nota,  la mano nerviosa tamborilea sobre tu bolso,  un nudo en el pecho y la misma sensación de querer reventar en llanto y evitar que las lágrimas desborden su espacio permitido,  los recuerdos  que te propusiste olvidar al despertar,  ahora te traicionan y sientes que lo amas igual y más que siempre, pese a la indiferencia y  a esa recalcitrante duda, pese a la decisión de empezar a odiarlo.
Cuánto hiciste (y pensaste hacer sin hacer), cuánto pensaste y quedó en pensamiento: cantarle una canción a voz en cuello y con las tonadas recién aprendidas de una guitarra, aprendiste la canción y a tocarla sin mucha gracia, éste regalo  autodidacta, nunca será de nadie; esa carta de tu propio puño y letra en la que confesabas que sabías como y cuándo brillaban sus ojos, cuantos lunares tenía su pecho,  el gesto en su frente y que tu corazón entendió al suyo,  sólo la conocerá el primer cajón  del ropero, pero jamás sus manos, ni su corazón.
Nunca sabrá cuánto amaste su  disconformidad y ese odio, común, a lo común y mundano, a su día de la semana hibernando, jamás siquiera sospechará cuanto adoraste sus letras,  lo enternecedor que era oírlo desconocer lo maravilloso que podía resultar  y cuánto odiaba no poder dormir unas 10 horas más.
Despiertas un día más y prometes  no defraudarte, hoy  desearás no cruzarte con su mirada una vez más y evitarlo para no sufrir un nuevo dolor provocado por esos ojos esquivos,  hoy ya no te darás vuelta luego de una despedida, esperando se estruje el corazón y le  temas una vez más a  aquella sensación .

Avanzó el día y ahora, cuando repites la canción una, dos, tres, cien veces, miras por la ventana entreabierta del auto en marcha, sientes el viento y el olor a árboles, sólo piensas:  "espero que ella,  quien supo conquistarlo,  reconozca el brillo de sus ojos, aprenda mi canción y se la lleve a su puerta, cuente los lunares en su pecho, entienda a su corazón y nunca deje guardada un carta, como la mía, que hoy yace  apolillada y amarilla".

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